09 abril 2016

Honderos

Tulio Sixto Nerón sabía muy bien que los honderos baleares eran temibles. No en vano habían logrado hundir su propia galera con sus certeras y potentes pedradas.
      Él se salvó gracias a la intervención de los otros. Los mismos que habían salvado a Tulet y dejado morir a todos los legionarios y esclavos de su navío.
      Ahora, se encontraba frente a una nueva remesa de honderos. Tulet les expondría los detalles prácticos, pero a él le tocaba explicar la situación.
      —Bienvenidos a bordo. Han sufrido ustedes una fuerte impresión y mi deber es decir qué es lo que ha sucedido. Me llamo Tulio Sixto Nerón y soy aquí tan prisionero como ustedes, aunque yo sea romano y ustedes baleares. Nadie puede aquí volver con los suyos, ni a Roma ni a las Gimnesias, por ejemplo. Estamos en una nave del futuro, una nave que viaja entre los mundos y, como podrán suponer, nos han capturado para que luchemos por ellos. No hay alternativa, eso lo puedo jurar por Neptuno, pues yo mismo intenté dejarme morir de hambre y unos seres metálicos, a los que llamo homúnculos, me obligaron a comer. Por otro lado, aquí no hay armas letales, salvo las que se usan para combatir contra otras naves.
      »Y aquí es donde entran ustedes. Tulet les dirá cómo usar las armas, no muy diferentes de vuestras hondas, ya lo verán. Sólo que no las tocarán. Es una magia que ni yo mismo, educado en Roma por Lidio Argento, puedo entender.
      »Bienvenidos al futuro, honderos de Mallorca.

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