24 enero 2016

Capitán Waleo capítulo 9

Había fiesta a bordo de la nave Entrom-Hetida. El oficial ingeniero Gram Dixim-Owurro cumplía 500 años y el capitán Waleo había dado permiso para celebrarlo.
      —Le interesará saber una cosa, capitán —dijo el busto holográfico de Lisandra, la computadora de a bordo.
      —Tú dirás.
      —Pues que el oficial ingeniero Gram Dixim-Owurro procede de una estrella tipo M-5, sus coordenadas son desconocidas, pero se sabe que su mundo tarda alrededor de dos meses y medio en recorrer su órbita.
      —No entiendo.
      —Que su año dura dos meses y medio, por lo que 500 años no son tantos en realidad. Unos cien años estándar.
      —De todos modos, es viejo ese bicho.
      —¡Capitán! Acabo de recibir un mensaje codificado por hipertexto. Procede del almirantazgo y sólo pude decodificarlo usted.
      —OK. Pásalo a mi camarote y allí lo leeré.
      El capitán abandonó la fiesta en el puente y fue de inmediato a su camarote. Accedió al mensaje y lo decodificó usando su clave personal y sus datos biométricos. Al rato volvió al puente con cara seria.
      —¡Escuchen todos! ¡Se suspende la fiesta! ¡Presten atención! ¡Vuelvan todos a sus puestos! —dijo en voz alta, aumentada por Lisandra en el altavoz.
      La noticia fue alcanzando a todos con mayor o menor rapidez, dependiendo del grado de embriaguez de cada uno. El último en abandonar el puente fue el oficial Keito Nimoda, caminando a cuatro patas.
      Waleo esperó un poco más para que los tripulantes de guardia se presentaran en el puente. Ignorando la basura que lo llenaba todo, el capitán informó a Yon Willians, a quien correspondía el mando en la guardia.
      —He recibido un informe acerca de un agujero de gusano. Las órdenes son confirmar su existencia y explorarlo.
      —¡Por fin una aventura como es debido! —exclamó el oficial Willians.
      —Bien, pero primero, mande una cuadrilla de limpieza al puente, oficial.
      —¡A la orden!
      Gaspakiwi Himoto formaba parte de la cuadrilla de limpieza, junto con Aeiou Máxavelwurroketú. Los dos soldados manejaban las aspiradoras y limpiadoras automáticas; su trabajo consistía en colocarlas en cada asiento o consola y ponerlas en marcha. Luego, cambiarlas de sitio. Por fin, pasaron a limpiar el suelo lleno de restos de la fiesta.
      La nave saltó a las coordenadas indicadas. Himoto fue el primero en exclamar de asombro.
      —¡Por el agujero negro central! ¿Qué es eso?
      Un enorme tubo brotaba del espacio. Parecía un tubo, pero terminaba en una cabeza gigantesca, sin ojos pero llena de protuberancias tentaculares.
      —¡Es un gusano del espacio! —informó Lisandra—. Es un ser afín a las madres galácticas, aunque se discute si se trata de la misma especie en grados distintos de desarrollo o si son totalmente independientes. Incluso en el caso de que sean lo mismo que las madres galácticas, no queda claro si los gusanos son previos a la fase de madre o si es al revés.
      —¡Qué importa eso! —cortó Waleo—. Lo que nos interesa es que si hay un gusano habrá un agujero de gusano. Hemos de explorarlo.
      —Para eso tendremos que hacer salir al gusano, capitán —observó el navegante Jajá Jojó.
      —Cierto. A ver, soldado Himoto, ¡le ha tocado servir de carnada!
      Himoto lamentó estar presente en el puente, pero el capitán tenía razón: vestía la camiseta roja de rigor para las misiones arriesgadas. Tragó saliva, pero respondió.
      —¡Como ordene, capitán!
      —Irá en la lanzadera B y atraerá la atención del gusano. Espero que podamos acabar con él antes de que se lo coma. Tenga cuidado.
      Himoto subió a la lanzadera y se acercó al gusano. No podría verlo, pero sí sentir la presencia de la nave.
      El hambriento gusano sacó su enorme cuerpo del agujero, detrás de la lanzadera. Himoto se mantenía fuera de su alcance, pero estaba cada vez más cerca.
      —¡Dense prisa, que me atrapa! —pidió.
      —¡Ahora! —ordenó el capitán.
      Dos potentes pedos-Thor partieron de los lanzadores de proa hacia el gusano, seguidos de otros dos. Fueron como cuatro poderosos martillazos que acabaron con el gusano.
      Poco después, un asustado Himoto volvía a la nave. De inmediato fue a su camarote a cambiarse la ropa, pues se había ensuciado de puro miedo.
      Ahora que estaba libre, la nave activó los barredores para limpiar el interior del agujero de gusano. Se prepararon todos a bordo para encontrarse con lo desconocido…
      Pero justo antes de entrar, otra nave surgió del agujero. Parecía conocida, pero a la vez no lo era.
      —Lisandra, solicita la identificación de esa nave —ordenó el capitán.
      —Ha emitido su identificación, capitán, pero no hay nada que sea reconocible. Es un puro galimatías.
      —Se parece a nuestra nave, lo que resulta curioso.
      —Sugiero ignorarla, capitán —dijo Jajá Jojó—. Sigamos hacia el agujero.
      —Tal vez sea lo mejor. No parece peligrosa.
      Ignorando la nave extraña, penetraron en el agujero de gusano. El dispositivo barredor iba frotando las paredes del tubo.
      —Lo estamos dejando bien limpio —observó Jojó. Podría ser un chiste, pero dicho por el lenomorfo era sencillamente imposible. Y, por supuesto, su rostro se mantuvo de piedra, inexpresivo como siempre.
      Durante largos minutos recorrieron el tubo del agujero de gusano.
      Hasta que salieron al exterior.
      —¿Dónde nos encontramos? —preguntó el capitán.
      —Localizando puntos de referencia —respondió el navegante Jajá Jojó. Durante unos minutos no dijo nada, hasta que supo donde se hallaban—. Capitán, estamos en las mismas coordenadas espaciales de partida. Hemos vuelto al punto inicial. Pero el tiempo…
      —¡Detectada nave extraña! —informó Lisandra.
      —¡Un momento, uno a uno! —pidió el capitán—. A ver, Jojó, termine su informe.
      —Capitán, el tiempo actual parece ser anterior a la partida. Hemos llegado a la boca del agujero de gusano, pero hemos retrocedido en el tiempo.
      —Y la nave que vemos es la nuestra, capitán —añadió Lisandra—. Estoy intentando comunicarme, pero todo sale al revés.
      —¿Cómo es eso?
      —Le mostraré los datos.
      «C-678HE código, Estelar Flota la de, Hetida-Entrom nave»
      —¡Vaya hombre, no lo entiendo!
      El robot 50N4MU8 (eso ponía el nombre) se presentó en el puente.
      —Sugiero regresar de inmediato, capitán. Luego se lo explicaré.
      —¡La otra nave acaba de entrar en el agujero, capitán! —informó Lisandra.
      —Vamos a hacer nosotros lo mismo. Tal vez la alcancemos y podamos explicar todo esto.
      La nave, que ahora era la Hetida-Entrom, volvió al agujero de gusano. El robot comenzó a explicar lo sucedido.
      —La otra nave no nos aportará nada, porque es la nuestra y no la alcanzaremos.
      —¿Cómo es eso?
      —Hemos cruzado un efecto especular, capitán. Hemos retrocedido en el espacio-tiempo, pero se ha producido una inversión y todo está al revés. Si se observa usted en un espejo, esa nariz desviada hacia la derecha, recuerdo de la academia, ahora está hacia la izquierda. Y todos nos hemos vuelto del revés, con los órganos situados en posición invertida. Hasta los nombres se han invertido. Si cruzamos el túnel del agujero de gusano, todo volverá a ser normal.
      —De acuerdo, eso es lo que estamos haciendo. Y la otra nave…
      —Olvídela, capitán.
      —Capitán —intervino Lisandra, algo muy raro—. Hay un problema. Si vamos de regreso por el túnel, nos encontraremos con nosotros mismos en sentido contrario. Y si la otra nave lleva el barredor, no quedará espacio. Aparte de que no recuerdo ese encuentro cuando veníamos.
      —¿Qué lío es eso? ¿No es la nave que va delante de nosotros?
      —Es la misma, en un momento temporal distintos —explicó el robot—. Y la que menciona Lisandra, también lo es, pero es cierto que viene hacia nosotros en nuestro propio espacio-tiempo. Podríamos tener problemas con el barredor, es cierto.
      —¡Retira el barredor, que ya no hace falta! —ordenó el capitán, que empezaba a comprender el lío—. Estas paredes ya están limpias.
      —Hay un lugar donde el túnel se expande, capitán —señaló la computadora—. Lo observé al venir, pero no dije nada, y creo que en ese sitio estábamos nosotros escondidos.
      El capitán no entendió gran cosa ahora, pero siguió las indicaciones del robot y de la computadora.
      De pronto, el túnel se expandió hacia babor. Siguiendo lo que le indicaba el robot, se colocaron a la espera de que su otra versión de la nave pasara por allí.
      Por fin, el enorme barredor en la proa mostró la presencia de su otro yo. La otra versión de la Entrom-Hetida pasó sin notar que el túnel se expandía, y siguió de largo.
      Ellos volvieron al túnel.
      Por fin, la nave, que de nuevo era la Entrom-Hetida, surgió del extremo del agujero de gusano.
      No había otras versiones de sí misma a la vista.
      —No hay naves a la vista —dijo Lisandra.
      —El tiempo es el correcto —informó el navegante Jojó—. Tres horas y media después de nuestra partida.
      —¿Y las coordenadas espaciales? —preguntó el capitán.
      —Las mismas. Estamos de vuelta al espacio normal, en el punto de partida, pero normales.
      —Eso tengo que confirmarlo. Traigan un espejo.
      Poco después, el capitán observaba su rostro en el espejo. La nariz estaba desviada hacia la izquierda, como debía ser.
      ¡Un momento! ¿Hacia la izquierda? ¿No era hacia la derecha?
      —Me permito recordarle, capitán, que está usando un espejo, donde todo se ve al revés —dijo el robot, que de nuevo era 8UM4N05—. Su nariz está desviada hacia la derecha.
      —¡Uf, qué susto!
      Y, sin más, la nave prosiguió su viaje por el espacio. En busca de nuevas aventuras.

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