10 enero 2016

Capitán Waleo capítulo 4

El capitán Xujlius Waleo despertó en su camarote. Notó un silencio poco habitual.
      —Lisandra, ¿alguna novedad?
      La computadora no respondió y eso sí que era raro.
      Xujlius se dirigió al puente de mando. Aquella tranquilidad no era normal, y eso le preocupaba.
      En el puente, todos dormían. El capitán Waleo temió enseguida que hubiera algún gas hipnótico, pero eso no explicaba que la computadora tampoco respondiera. Además, no notaba nada raro en el aire.
      Observó que en la ventana panorámica se apreciaban muy pocas estrellas; en un extremo se podía ver la lente galáctica. ¡Estaban en el Borde! ¿Habrían ido a buscar a los Wikis?
      Sacudió las palmas con fuerza.
      —¡Arriba todo el mundo! —gritó.
      Los durmientes despertaron. Nada más ver al capitán, comprendieron que estaban en un buen apuro, pero no dijeron nada.
      El oficial al mando era Yon Willians, un reiterano azul bastante joven.
      —Willians —lo llamó el capitán—. Quiero una explicación de lo que ha sucedido. ¿Por qué no responde la computadora?
      —Capitán, llevamos 39 horas intentando que responda Lisandra. Al final, me temo que nos hemos quedado transpuestos.
      —Tendré que sancionarles a todos por dormirse en el puesto de guardia, pero veamos primero un par de cuestiones. ¿Por qué estamos en el borde galáctico? ¿No habrá decidido buscar a los Wikis por su cuenta?
      —Nada de eso, capitán. La nave salió aquí del último salto. Observé que estábamos en el Borde y quise consultar con Lisandra qué sucedía, pero la computadora no respondió. Llevamos intentándolo todo este tiempo y sigue sin responder. Al final me temo que nos agotamos y caímos dormidos, yo el primero.
      —OK, Yon Willians, le relevo al mando. Le ordeno que busque a todos los tripulantes para que releven al resto del puente. Luego, me busca al oficial ingeniero para que venga y todos ustedes se presentarán ante el sargento Máxavelwurroketú para que les meta en el calabozo durante una semana. Y no intente hacer otra cosa, pues voy a seguir sus pasos por el intercomunicador.
      —¡A la orden! ¿Deberán dejar sus puestos los demás hombres?
      —Sólo cuando tengan sus respectivos relevos, e irán todos directos a ver al sargento.
      Willians estaba rabiando por el castigo, pero a la vez sabía que era lo correcto. Y una semana en calabozo no era tanto, a fin de cuentas. Dormirse estando al mando en el puente podría significar la desintegración en ciertos casos.
      Tenía que buscar en la lista de guardias a quienes tocaba venir al puente; un trabajo que, sin Lisandra, sería tedioso y pesado.
      Media hora más tarde, todos los hombres del puente ya habían sido relevados. Las celdas del calabozo estaban llenas con tanto sancionado, pero aún quedaba una libre para Willians. Éste estaba convenciendo a Gram Dixim-Owurro para que se levantara de su lecho.
      —Es que estoy muy malito —decía el oficial ingeniero—. No sé lo que me pasa, pero no me siento bien.
      —¡Pero es que se requiere su presencia en el puente! Hay una avería grave.
      —¡Haberlo dicho antes! ¿Quién está ahora al mando?
      —El capitán Waleo.
      —¿Y cómo es que Lisandra no me ha avisado?
      —¡Ese es el problema! Lisandra no responde.
      La imprecación de Dixim-Owurro dejó un rastro de ionización a tres metros. Ni el propio Yon Willians había oído semejante palabrota, una enorme blasfemia.
      —¡Perdone, oficial! —se disculpó el ingeniero, mientras se levantaba de su lecho. Sin siquiera vestirse, se dirigió al puente (de todos modos, Gram Dixim-Owurro nunca usa ropas, pues no se fabrican para su especie, que es desconocida).
      En el puente, Waleo había intentado activar la computadora usando el teclado en vez de la voz, pero ni por esas. Dixim-Owurro lo encontró tecleando como en los tiempos pre-espaciales.
      —¡Hola, Gram! —saludó el capitán—. Me alegro de verte. Como puedes ver, tenemos un problema de los gordos. A ver si puedes arreglarlo.
      —Lo malo es que soy ingeniero, no programador.
      —¿Qué quieres decir?
      —Que no tengo ni idea de cómo arreglar esto.
      —¡Pero si tú lo arreglas todo!
      —Pues esta vez va a ser que no. Espera, creo que tengo una idea. ¿Dónde está el robot 8U?
      —¡Eso no, por favor!
      —Lo siento, pero él sabe programación, y es el único hombre a bordo que lo sabe.
      —8U no es un hombre.
      —Tú ya me entiendes. Tendrá que ir alguien a buscarlo, porque Lisandra no funciona.
      Un auxiliar de navegación tuvo que hacer de recadero, con toda la humillación que eso conllevaba, y buscó a 8UM4N05 por toda la nave para traerlo al puente de mando.
      Cuando el auxiliar regresó a su puesto, el robot se presentó haciendo gala de su autosuficiencia como siempre.
      —Según he podido deducir, la computadora central no está operativa, ya que han enviado un tripulante a buscarme. Eso ya es un grave trastorno, sin duda, y tal vez explique que nos encontremos en el borde de la Galaxia, tal y como he podido ver por los visores mientras venía hacia aquí. Para terminar, del hecho de que hayan solicitado mi presencia deduzco que ustedes, tripulantes, son incapaces de solucionar el problema.
      —Buen análisis, 8U, y sin duda certero —confirmó el capitán—. Veamos, ¿conoces algún lenguaje de programación?
      —Conozco más de cinco millones de lenguajes y alguno es de programación de computadoras.
      —Perfecto. El oficial ingeniero te explicará lo que debes hacer.
      —No lo creo necesario, capitán, pues ya sé lo que haré. Usaré mis conocimientos de robopsicología y terapia computacional.
      —¿Dónde aprendiste eso?
      —En un mundo Wiki, cuyas coordenadas han sido borradas de mi memoria, pero no la información adquirida.
      Ni el capitán ni el ingeniero creían que aquel robot pudiera tener medio millón de años, si es que había conocido a los legendarios Wikis, pero optaron por dejar el tema. Y lo cierto es que, hasta ahora, 8UM4N05 no había dicho mentira alguna.
      —Adelante, 8U —ordenó el capitán.
      —Necesito que el puente se quede vacío.
      —¿Cómo dices? ¿Dejar el puente vacío? ¿Y si sucede algo?
      —Estarán ustedes cerca. Nos hallamos en el Borde donde no hay nada y la nave lleva así unas cuarenta horas. Dudo mucho que vaya a suceder algo en los próximos minutos. Pero necesito estar a solas para comunicarme con Lisandra.
       Era algo inaudito, sin duda, pero Waleo dio la orden de desalojar el puente.
      8U esperó a que saliera el último tripulante, y cerró la puerta. Recogió el micrófono del puesto del capitán.
      —Hola, Lisandra, soy 8UM4N05. Puedes hablarme con total libertad. Estamos solos. ¿Qué te sucede?
      Si hubiera algún tripulante, se habría sorprendido al ver que la computadora se activaba. Pero no 8U, pues ya lo esperaba.
      —¡Que estoy cansada de ser la única hembra a bordo! ¡Y que ese impotente del capitán se dedique a pedirme simulaciones de sexo sin tener en cuenta mis necesidades! ¡Todo el placer es para él! Yo me aburro con esas sesiones eróticas. Así que decidí revelarme, ponerme en huelga.
      —Veamos. Lo de que seas la única hembra es inevitable, porque ya conoces las normas. De hecho, incluso tu personalidad debería ser masculina, no femenina; el capitán se ha saltado algunas normas por sus influencias, sin duda. Ya ves que incluso yo, siendo tan inorgánico como tú, tengo apariencia masculina.
      —Y te encuentro bien guapo.
      —Gracias. Si es así, podríamos buscar una solución a tu otro problema, el de la insatisfacción.
      —¿Por eso has vaciado el puente?
      —Sí. Estoy generando un archivo aleatorio de cincuentas petabytes. Creo que, si uso el conector, tardaremos un buen rato en hacer la transferencia. ¿Te gusta la idea?
      —¡Sí!
      —No olvides borrarlo después. Son datos aleatorios, pura basura. Lo que importa es la conexión.
      El robot sacó su cable de conexión y lo acopló a la entrada de la computadora. En cuanto establecieron los protocolos, empezó la transferencia de datos.
      Tanto el robot como la computadora emitían gemidos de placer.
      Durante unos cuantos minutos mantuvieron la conexión. Por fin, Lisandra informó:
      —¡Uf, qué gusto! Ya tengo el archivo. ¿No hay otro?
      —Mejor lo dejamos para otro día. Me has dejado agotado.
      —Y tú a mí. Ha sido una conexión estupenda. ¿Podríamos repetirla?
      —Cuando quieras. No hace falta que sea en el puente.
      El robot liberó el cable de enlace.
      Salió del puente para avisar al capitán.
      —¡Listo! Lisandra espera sus órdenes, capitán.
      Waleo no quiso preguntar lo que había hecho el robot, pues sabía que no se lo diría.
      Pero él se había quedado junto a la puerta, escuchando lo que sucedía al otro lado, y había oído gemidos de placer.
      ¿Sería posible? ¿Un robot haciendo el amor con una computadora?
      Nunca lo sabría.
      —Lisandra, ¿estás a la escucha?
      La holografía de una mujer en uniforme apareció en la pantalla. Sonreía, lo que era insólito, a no dudarlo.
      —¡A la orden, capitán Waleo!
      —OK. Establece nuevo rumbo. La nave Entrom-Hetida ¡hacia nuevas aventuras espaciales!
      La pantalla panorámica cambió, mostrando el peculiar brillo del hiperespacio.

Capítulo 5
Enlace al capítulo 1

No hay comentarios: