08 enero 2016

Capitán Waleo capítulo 2

El Navegante Jajá Jojó contemplaba la pantalla panorámica en el puente de mando. El capitán Waleo se había retirado a su camarote y lo había dejado al mando de la nave.
      El rostro de Jojó era hierático, como siempre, sin mostrar ni una sola emoción. Los demás tripulantes decían que Jojó era incapaz de sentir emociones, pero eso era por completo falso. De hecho, ahora mismo sentía una gran emoción, sólo que no lo manifestaba.
      Esa emoción era la preocupación. Sospechaba que el capitán no se había retirado a descansar sino a dejar salir sus más bajas pasiones. Luego de ese supuesto descanso vendría más agotado que antes, lo que era por completo absurdo.
      Otro absurdo, la discriminación sexual a bordo de las naves de la flota estelar. Nadie sabía por qué, pero desde hacía miles y miles de años en las naves de la flota sólo se permitían machos. Y eso era un total contrasentido en el caso de las especies con tres géneros, como los ferrotintres; para los miembros de esta especie, eran los ovopositores los elegidos para las tripulaciones. Otras especies argumentaron, tres mil quinientos años atrás, que los ovopositores eran hembras, no machos; pero los líderes de Ferrotintrax insistieron que, entre ellos, eran los ovopositores quienes exploraban nuevos territorios y libraban batallas por la conquista, es decir lo mismo que los machos de otras especies galácticas.
      Y dejando los ferrotintres y otros seres de sexo desconocido, en el caso de los humanoides la cuestión que preocupaba a Jajá Jojó era la falta de hembras a bordo: cada vez que llegaban a un planeta, satélite, colonia espacial o sitio donde hubiera hembras humanoides, los tripulantes salían disparados a las casas de lenocinio y otros recintos de mala reputación.
      Menos el capitán. Xujlius Waleo había conseguido que la computadora central de la nave adquiriera personalidad femenina. No siendo un ser orgánico nadie pudo presentar una queja, pero lo cierto es que Lisandra, la computadora, era una hembra; e incluso eso no tendría mayor importancia si no fuera porque el capitán, abusando de su posición, se la había reservado para su disfrute personal. Las simulaciones que, según rumores muy creíbles, presentaba Lisandra para el capitán en su camarote, eran calificables como XXX en el mejor de los casos.
      En todo caso, Waleo era el capitán y además dueño de la nave, así que Jajá Jojó no diría nada en su contra, si no quería dedicarse a extraer zirconio en algún asteroide perdido de la periferia. Ya se desfogaría en el próximo puerto, como cualquier otro humanoide a bordo.
      Con Lisandra entretenida en el camarote del capitán y el Navegante al mando distraído con sus pensamientos, fue la alarma de proximidad lo que le hizo saltar en su asiento.
      —¡Qué diablos…! —exclamó, al ver la enorme nave que ocupaba la mitad de la pantalla.
      ¡No la había visto llegar!
      Miró a su alrededor. Ni uno solo de los demás oficiales y tripulantes en el puente le miraba fijamente, así que supuso que su error había pasado desapercibido.
      Empezó a dar órdenes.
      —¡Oficial de comunicaciones!
      —¡A la orden! —respondió el auxiliar Fresntgongo, un groinoide, asexuado como todos los groinoides.
      —¡Pida identificación a esa nave, y asegúrese de que no se aproxime a una distancia poco segura!
      —Llamando a nave desconocida. Aquí la nave de la flota estelar EH876-C. Exigimos identificación o pasaremos a considerarla objetivo enemigo.
      —Hola, EH876-C, la famosa Entrom-Hetida. Aquí la nave mercante KK540255-NJ, conocida como KukúNejs. ¿Está presente el capitán Waleo? Loise Granteniam, capitana de la KukúNejs solicita hablar con el famoso capitán Waleo.
      —Hola, KK540255-NJ. Me temo que el capitán Waleo se encuentra descansando y no se le puede molestar.
      —¡Jajá, jojó! Como si no conociera yo a ese picarón. Háganle llegar mi nombre y díganle que lo espero en mi nave y verán todos cómo toma una lanzadera para venir corriendo.
      El navegante entendió que lo había llamado.
      —Aquí Jajá Jojó, al mando en este momento. Se le hará llegar su mensaje al capitán. Esperamos que no haga movimientos que podamos considerar hostiles.
      Jajá Jojó llamó a Lisandra para que avisara al capitán.
      La imagen holográfica que apareció en su pantalla mostraba una mujer totalmente desnuda, en una posición que no tenía nada de discreta. Por suerte, sólo el navegante la vio, antes de cambiar a la imagen formal que aparecía normalmente.
      —Aquí Lisandra.
      El navegante le repitió el mensaje de la capitana de la otra nave y, casi de inmediato, respondió.
      —El capitán se está vistiendo. Ordena que preparen una lanzadera con cuatro hombres y el piloto. Todos ellos han de estar libres de servicio, pues no sabe el tiempo que permanecerán a bordo de la otra nave.
      —Así se hará —respondió el atónito navegante.
      —Ordena que siga usted al mando entre tanto.
      —A la orden.
   
Tres días más tarde, Jajá Jojó se empezó a preocupar. El Capitán Waleo y los seis tripulantes de la lanzadera seguían sin dar señales de vida. Sin embargo, no quería dejar el puesto, pues así se le había ordenado.
      Tuvo que ser el auxiliar de comunicaciones Fresntgongo quien lo hiciera notar.
      —Disculpe si le interrumpo, capitán en funciones —dijo el grinoide.
      —¡Ah, sí! —Jojó estaba medio dormido en el puesto—. ¡Disculpe, me he quedado traspuesto! Dígame.
      —Mi capitán provisional, ¿no cree que debería pedir el relevo? Llevamos ya tres días en el puente y, al menos yo, creo que necesitaría un poco de descanso. O comer un poco, es una sugerencia.
      —El capitán Waleo no ha ordenado que dejemos el puesto, auxiliar de comunicaciones.
      —Con el debido respeto, el capitán Waleo no ha dado señales de vida. Tal vez no esté en condiciones de dar órdenes.
      —Supongo que usted tendrá alguna sugerencia, ¿no es así?
      —En efecto. Me permito sugerirle la ayuda del oficial ingeniero. Me consta que él sí está a bordo.
      —Está indispuesto, me temo.
      —Como siempre. Pero ante una emergencia, tal vez esté preparado para actuar.
      —No hay emergencia. O, bueno, sí que puede haberla, pero no es asunto del ingeniero.
      —¿Por qué no prueba? Esa es mi sugerencia, capitán en funciones.
      Para sorpresa de Jajá Jojó, el oficial ingeniero Dixim-Owurro se aprestó a dirigirse al puente tan pronto como supo los detalles de la situación.
      Observando la nave mercante, ordenó:
      —Me pongo al mando ahora mismo. Que todos los tripulantes de guardia pasen a estar en descanso.
      Fresntgongo ni lo dudó en obedecer, lo mismo que el resto de tripulantes. Sólo Jajá Jojó dudó un poco, pues había sido designado capitán en funciones, por lo que, ¿no quedaba por encima de Dixim-Owurro? Pero, en realidad, su puesto era inferior al ingeniero, así que optó por obedecer; se fue a su camarote a dormir, que falta tenía.
      Ya al mando, Dixim-Owurro llamó al robot 8UM4N05.
      —Se presenta el robot 8UM4N05.
      —Bien, 8U, solicito su consejo —Dixim-Owurro le explicó lo sucedido desde que se recibió la señal de la nave mercante.
      —Dígame, oficial ingeniero, ¿ha comprobado el estado de las reservas energéticas?
      —¿Qué diablos? — Dixim-Owurro no entendía qué tenían que ver las reservas, pero lo comprobó—. ¡Por el agujero negro central! ¡Están en un 25%!
      —Justo lo que temía. El capitán y los demás tripulantes están bajo el poder de las mamasónicas. Esa nave les pertenece y mientras los machos están entretenidos en sus juegos eróticos, nos están robando la energía. Cuando nos la hayan quitado por completo, tal vez nos devuelvan a esos machos agotados, lo mismo que nuestra nave.
      —Bien, 8U, ni tú ni yo nos veremos afectados por sus poderes seductores, así que, vamos a buscarlos.
      —Disculpe, ahora es usted el capitán en funciones y juraría que no puede abandonar el puesto.
      —¡Es cierto! Y no puedo ceder el mando a otro tripulante.
      —Sugiero que me acompañe Fresntgongo.
      —Perfecto. Es un groinoide asexuado, o sea inmune a las mamasónicas. Lástima que no tengamos algún ferrotintre a bordo, pues sería perfecto.
      Fresntgongo estaba empezando a dormir cuando recibió la llamada del puente. Pero no podía desobedecer la orden. Gruñendo, acompañó al robot a la lanzadera B, la única disponible (la A estaba en la nave mercante).
      Media hora más tarde, las dos lanzaderas volvían a la Entrom-Hetida. Un agotado Xujlius Waleo se dirigía derecho a su camarote, lo mismo que el resto de tripulantes de su lanzadera y Fresntgongo, todos cansados hasta la extenuación.
      La capitana Loise Granteniam se despidió con malos modos, pero ante una sugerencia de Gram Dixim-Owurro de que podrían disparar los rayos fantasmas, la nave KukúNejs se alejó y desapareció en el hiperespacio.
      De lo que sucedió mientras aquellos machos de la lanzadera A permanecieron a bordo nunca se supieron los detalles. Salvo alguna mirada ensoñadora que mostraban todos ellos al recordar algo muy agradable,.
      Fresntgongo tampoco decía nada, pero es que no se enteró, pues se quedó dormido en el puesto de piloto de la lanzadera B.
      Y el robot 8UM4N05 nunca contó lo que hizo para liberar a los tripulantes de la lanzadera A de la influencia de las mamasónicas. En todo caso, es posible que, si lo dijero, sería censurado su testimonio. Así que, mejor es dejarlo así…

Capítulo 3
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